“Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33) | FE
Isbi-benob, uno de los descendientes de los gigantes, cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce, y quien estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David; mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al filisteo y lo mató. 2 Samuel 21:16, 17.
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David era un hombre maduro. Reinaba sobre un vasto imperio y era reverenciado y temido. Un día, los filisteos lo desafiaron. David llamó a su ejército y se trabaron en combate.
David avanzaba matando enemigos hasta que se cansó. Entonces Isbibenob, un gigante cuya lanza pesaba más de tres kilos, con una espada nueva, advirtió la fatiga del monarca y lo atacó. Era su día de suerte —creía—. Dagón estaba con él.
Repentinamente, un guerrero judío saltó entre el gigante y su víctima y hundió su daga en el corazón filisteo. Era Abisai, el hijo mayor de Sarvia, la hermana de David. Sus hombres rodearon al rey y lo sacaron de la batalla.
Ese fue el último combate de David. Sus oficiales lo obligaron a retirarse. “Para que no apagues la lámpara de Israel” (2 Sam. 21:17, LBLA), exclamaron al unísono aquellos héroes.
Esa noche, mientras intentaba conciliar el sueño, Abisai repasaba sus acciones guerreras en compañía de su tío. Recordó el día cuando acompañó a David hasta la tienda de su mortal enemigo, Saúl, y le perdonaron la vida (1 Sam. 26:5-12). En otra ocasión enfrentó a los filisteos en las inmediaciones de Belén, y él solo mató a trescientos (2 Sam. 23:18). Pero su más grande hazaña acababa de ocurrir. Ese día había impedido que se apagara la lámpara de Israel.
¿Estás cansado de pelear contra la tentación y la adversidad? ¿Puedes ver al gigante satánico listo para descargar el golpe final? Clama a Jesús, el guerrero invicto; él peleará por ti. Ha ganado su propia batalla contra el gigante maligno. Él mismo declaró: “Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33), y está listo para ganar todas tus guerras.