LA ORACIÓN

“Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría” (Dan. 2:20).

Inmediatamente Daniel reúne a sus tres amigos para orar, y les explica que serán ejecutados si Dios no revela el sueño. Cuando enfrentamos un gran problema, también debemos reconocer que nuestro Dios es lo suficientemente grande como para resolver incluso los desafíos más difíciles.

Dos tipos de Oraciones:

En este capítulo se mencionan dos tipos de oraciones.

La primera es una oración de súplica en la que Daniel le pide a Dios que le revele el contenido del sueño y su interpretación (Dan. 2:17–19). No conocemos las palabras de esta oración, pero se nos dice que Daniel y sus amigos pedían “misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia” (Dan. 2:18). Cuando oran, Dios responde a su petición, y revela el contenido y la interpretación del sueño del rey. Podemos estar seguros de que cada vez que busquemos las “misericordias del Dios del cielo” nuestras oraciones también serán escuchadas, aunque no sea de una forma tan dramática como vemos aquí, porque el Dios de Daniel también es nuestro Dios. En respuesta a la contestación de Dios a su pedido, Daniel y sus amigos irrumpen en una oración de agradecimiento y alabanza. Alaban a Dios por ser Fuente de sabiduría, y por controlar la naturaleza y la historia política. Esta es una lección importante que podemos aprender. Si bien oramos y le suplicamos tantas cosas a Dios, ¿cuán a menudo lo alabamos y le agradecemos por responder nuestras oraciones? La experiencia de Jesús con los diez leprosos nos brinda una ilustración adecuada de la ingratitud humana. De diez que habían sido sanados, solo uno regresa para dar “gloria a Dios” (Luc. 17:18). La respuesta de Daniel no solo nos recuerda la importancia dela acción de gracias y la alabanza, sino también revela el carácter del Dios al que oramos. Cuando oramos, podemos confiar en que él hará lo que sea mejor para nosotros y, por lo tanto, siempre debemos alabarlo y agradecerle.

Cada día Comuniquémonos con Dios a través de la

ORACIÓN