Vive como quiere Jesús, Síguelo y Seras Feliz | VIDA

Yo he venido para que tengan vida. Juan 10:10.

Te presento a Jesús, el Hijo de Dios encarnado, “un espíritu divino [que] moraba en un templo de carne” —4CBA 1169. Ha venido al campo minado del diablo, su cósmico enemigo, a recuperar su reino terrenal. No va a jugarse la vida por el hombre; la va a ofrendar. Es el Cordero de Dios que viene a morir en lugar de los pecadores. Su lucha no es para evitar la muerte; tal es su destino. Su lucha es contra el diablo, el pecado y la muerte. El diablo tiene un arma: la tentación; él tiene tres: la Escritura, la oración y la fe.

El reino que perdiera su mayordomo Adán se ha vuelto un manicomio. Todos padecen la misma locura: quieren ser dioses. Cada rostro es la estampa de Satanás o de la muerte. Cada mirada es una amenaza o una mueca de insatisfacción.

El Héroe se establece entre esos semidioses a la usanza del diablo, y se proclama Rey. El principio vital de su reino es el amor; su ética, el servicio. Los hombres que esperan un Mesías guerrero se burlan de él. Jesús calla y prosigue, porque cumple los requisitos del rescate:
Ser hombre para ofrecer a Dios una obediencia perfecta de su ley (Sal. 40:8), y pagar con su vida la condena del pecador (Rom. 6:23; Heb. 2:14).
Ser Dios para volver de la muerte e impartirla a los penitentes (Juan 10:17,18).
Ser investido Sacerdote para ofrecer su sangre como medio de redención (Heb. 9:11-14).
Ser Abogado para interceder ante su Padre en bien del pecador (1 Juan 2:1,2).
Ser Juez de la humanidad (Mat. 25:31-40).
Ser Redentor del esclavo, de la sangre, de la tierra, y de la descendencia de Adán (Juan 8:32; Apoc. 6:10; 11:15; 18; Juan 3:16).

Pero es también Profeta que anuncia un reino eterno de concordia, Maestro que alumbra intelectos, Médico que imparte salud. Su carácter es el asombro de todos. Por eso le cantaron los profetas, y lo llamaron “el Deseado de las naciones” (Hag. 2:7), el “justo Salvador” (Zac. 9:9). Por eso lo llamaron “la Roca de Israel” (2 Sam. 23:3), y el Santo que procede “desde el seno de la aurora” (Sal. 110:3), cuya gloria resalta “entre diez mil”, y es “todo él codiciable” (Cant. 5:10,16).

Síguelo y serás feliz.


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