Valor

De Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos, 1 Samuel 17:47.

Era como si un gato doméstico maullara ante un león. Toda Filistea reía. Pasando de la burla a la ira, Goliat estalló en insultos. Él era invencible. Estaba cubierto con escamas de metal y llevaba armas de hierro. Jamás un dardo había penetrado su armadura, y un escudero lo ayudaba. Levantó la sección del yelmo que cubría su frente para observar mejor al suicida, y en ese momento David lanzó la piedra y le dio en la frente. Goliat se llevó las manos al rostro, tambaleó… y cayó con un estrépito de metales. Su cabeza fue trofeo para David.

Ese día Dios demostró a su pueblo que la batalla no es de los grandes ni la victoria de los fuertes, sino del que tiene fe y valor.

El duelo

El fiero gigante retaba y rugía

 con roncos acentos y el ánimo helaba;

al Dios de la estirpe sagrada insultaba,

y en todas las manos temblores había.

En tanto la burla rotunda se oía

el rey israelita la frente bajaba,

y un rubio mancebo que oyó al que

 retaba la piedra lanzaba y el hombre caía.

Entonces el joven blandió aquella

espada del fiero gigante y la testa

cortada alzó y era un cuadro de excelsa grandeza;

 el pueblo burlesco gritaba y huía, y en medio

del campo David parecía león que, celoso,

custodia su presa.


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