SABIDURÍA | Leamos la Biblia

Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! Juan 7:45,46.

Un día, los enemigos de Cristo vieron la oportunidad de tomarlo preso. Estaba hablando a la multitud en el atrio del Templo, en la fiesta de las cabañas, y los sacerdotes enviaron guardias a prenderlo. Al rato, los guardias llegaron con las manos vacías y el rostro iluminado. Cuando los sacerdotes les preguntaron por qué no lo habían arrestado, ellos respondieron: “¡ Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:46). Fue un homenaje irrefutable.

No ha habido Maestro como Cristo. Aquellos que lo escuchaban “se admiraban de su doctrina” (Luc. 4:32). El autor Sholem Ash dijo de él: “Jesucristo es la personalidad más sobresaliente de todos los tiempos… Ningún otro Maestro —judío, cristiano, mahometano— es todavía un maestro cuya enseñanza sea una guía semejante para el mundo en el cual vivimos. Otros maestros pueden tener algo básico para un oriental, un árabe o un occidental, pero cada acto y palabra de Jesús tienen valor para todos nosotros… ¿Por qué no debería yo, un judío, estar orgulloso de eso?

La enseñanza de Jesús fue revolucionaria porque le dio al hombre brújula y timón para navegar por los mares ignotos de la vida. Lo enseñó a vivir, y lo hizo con su ejemplo. Cristo fue lo que Adán no pudo ser por causa de su pecado: el Hombre conforme al ideal de Dios. Bernard Ramm, teólogo y apologista, dice de Cristo: “La gran personalidad tras sus palabras es la razón para la grandeza de sus palabras”.

Hoy tenemos la oportunidad de leer las palabras que destilan verdad, palabras del Maestro, palabras del Redentor, palabras de la Eminencia cuya sabiduría concibió el universo y cuyo poder lo echó a andar. Leamos la Biblia y seamos iluminados con los dichos de Jesús.


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