Misericordia | Dios les asegura el éxito y ellos se esconden y aun se enojan.

La salvación es de Jehová. Jonás 2:9.

Jonás fue un joven privilegiado, pero desobediente. Dios lo mandó a predicar la destrucción de Nínive, la capital de Asiria, pero él se fue a España. Dios tuvo que obligarlo a regresar por medio de una tormenta. Jonás reconoció que la tormenta era por su culpa, pues el barco estaba en peligro, y pidió a los marineros que lo echaran al mar. Ellos accedieron, pero Dios envió un pez que se tragó al profeta y lo echó en la playa, cerca de donde se había embarcado.

Dios lo envió de nuevo a Ninive, y Jonás predicó que por haber ofendido a Dios, dentro de cuarenta días la ciudad sería destruida. Nínive era enorme. Se necesitaban tres días para recorrerla, pero desde el primer día, la gente comenzó a arrepentirse. El rey también se arrepintió. No quería sufrir el destino de Sodoma y Gomorra, ciudades que fueron arrasadas por fuego de Dios, y ordenó ayuno obligatorio. Aun los animales debían ayunar.

Dios aceptó el arrepentimiento de los ninivitas y los perdonó, pero a Jonás le disgustó, al grado de desear la muerte. Acampó al oriente de la ciudad a ver qué pasaba, y se hizo sombra con una enramada. Dios produjo una mata de calabaza, y con su follaje Jonás se cubrió mejor del inclemente sol.

Al amanecer del día siguiente, Dios envió a un gusano que mordiera la mata, y la secó. Luego mandó un viento muy caliente, y el sol hirió al profeta en la cabeza al grado que se desmayaba. Jonás se enojó. Tan triste se sintió por su calabacera, y tanto se enojó que deseaba morir. Dios le reprochó su enojo, y le dijo que así como Jonás tuvo lástima de su calabacera, él tuvo lástima de ciento veinte mil habitantes de Nínive y de sus animales.

La historia de Jonás es única. A diferencia de los otros profetas, Jonás fue rebelde. Dios utilizó a la naturaleza para reprenderlo: una tormenta, un pez, una calabacera, un gusano, el viento y el sol. Otros profetas fueron rechazados, Jonás tuvo “éxito”.

Muchos jóvenes se parecen a Jonás. Dios quiere que prediquen pero ellos no. Dios les asegura el éxito y ellos se esconden y aun se enojan. No seas como Jonás, quien desobedeció a Dios y aborreció a los asirios. Obedece a Dios y ama a tu prójimo.


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