LOS RITMOS DE LA VIDA

Sábado 30 de marzo

LEE: Génesis 1Génesis 8:22Salmo 90:10Job 1:13-19Hechos 9:1-22Filipenses 1:6Romanos 8:1.

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Ecl. 3:1).

Algunos de los poemas más hermosos que se hayan escrito provienen del rey Salomón: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz” (Ecl. 3:1-8).
Esas palabras reflejan gran parte de la existencia humana: las etapas, los ritmos de nuestra vida. Sí, nuestra vida atraviesa etapas, cambios, y es así desde el momento en que nacemos. Los cambios a veces son buenos; otras veces, no. A veces tenemos control sobre ellos; otras veces, no. Esta semana veremos las etapas y los ritmos de nuestra vida, especialmente en la medida en que nos impactan a nosotros y a nuestra familia también.

Imagínate los cambios que se produjeron en la vida de los discípulos de Cristo al pasar tiempo con él. En su mayoría, eran personas incultas, sencillas, acostumbradas a las enseñanzas y las tradiciones de su fe judía; pero ahora estaban siendo desafiadas por el rabino galileo. Vivieron celos (Mat. 20:20-24) y conflictos (Juan 3:25); parecía que les faltaba la fe (Mar. 9:2829), e incluso abandonaron a Jesús (Mat. 26:56) y lo traicionaron (Mat. 26:69-74). Al mismo tiempo, crecían espiritualmente. Por esto la gente reconocía que Pedro había estado con Jesús (Mat. 26:73). Incluso los miembros del Sanedrín se maravillaron cuando percibieron que Pedro y Juan eran “hombres sin letras y del vulgo”. “Les reconocían que habían estado con Jesús” (Hech. 4:13).
Piensa también en el impacto increíblemente positivo que podríamos causar en nuestra familia si viviéramos de tal modo que cuando los demás integrantes de nuestra familia nos vean, sepan que hemos “estado con Jesús”. “El hogar, aunque sea sencillo, puede ser siempre un lugar donde se pronuncien palabras alentadoras y se realicen acciones bondadosas, donde la cortesía y el amor sean huéspedes permanentes” (HC 14).


Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *