“La unidad en la fe”

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hech. 4:12).

En 1888,  experimentaron un período de intenso debate sobre las interpretaciones de algunos textos bíblicos clave. Mientras que los pastores y los dirigentes de la iglesia debatían la identidad de los diez cuernos de la profecía de Daniel 7 y de la ley en Gálatas 3:24, muy pocos se dieron cuenta de que sus actitudes hostiles recíprocas destruían su comunión y amistad, y así dañaban la unidad y la misión de la iglesia.

Se lamentó profundamente esta situación y alentó a todos los que participaban de estas discusiones a considerar cuidadosamente su relación con Jesús y cómo el amor a Jesús debería demostrarse en nuestra conducta, especialmente cuando discrepamos. También dijo que no deberíamos esperar que toda la iglesia concuerde en cada punto de interpretación de todos los textos bíblicos.

Pero también enfatizó que debemos buscar la unidad de interpretación cuando se trata de creencias adventistas esenciales  El otro poder, pp. 28-32. Consideraremos algunas enseñanzas bíblicas esenciales  y que le dan forma a nuestra unidad en la fe.

Compartimos creencias importantes en común con otras organizaciones cristianas. La creencia fundamental, por supuesto, es la de la salvación solo por la fe mediante la muerte expiatoria y suprema de Jesús. Junto con otros cristianos, creemos que nuestra justicia no se halla en las obras, sino en la justicia de Cristo, que nos es imputada por la fe, un don inmerecido de la gracia. Cristo fue tratado como nosotros merecemos, para que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por causa de nuestros pecados, en los que no había participado, con el fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por medio de su justicia, en la cual no habíamos participado. Él sufrió́ la muerte que era nuestra, para que pudiésemos recibir la vida que era suya” (DTG 16, 17). Al mismo tiempo, en conjunto, nuestras creencias fundamentales, y nuestras costumbres y el estilo de vida que surgen de esas creencias, nos hacen únicos entre el mundo cristiano. Así es como debería ser;   Nuestro amor por Jesús y las enseñanzas que proclamamos deberían ser el factor de unión más poderoso entre nosotros.

Preguntas para Dialogar:

  1. En Fe y obras, página 107, equipara la justificación con el perdón de los pecados. El hecho de apreciar el perdón y la justificación en Cristo, ¿en qué medida se convierte en el fundamento de nuestra comunión y camaradería con nuestros hermanos?
  2. Medita en cuán importantes son nuestras doctrinas en el contexto de la unidad de la iglesia. Es decir, ¿qué ha unido a millones de personas de tan diversos orígenes étnicos, religiosos, políticos y culturales más que las creencias doctrinales que compartimos? ¿Qué nos dice esto sobre cuán importante es la doctrina, no solo en el contexto de la misión y el mensaje sino también para la unidad de la iglesia?
  3. Nuestro nombre  resalta dos enseñanzas fundamentales: el séptimo día y el Segundo Advenimiento. Una parte de nuestro nombre señala a la Redención; la otra, a la Creación. ¿Cómo se relacionan estas dos enseñanzas, y de qué manera captan tan sucintamente la esencia de quiénes somos como pueblo?

Resumen:  Compartimos muchas creencias fundamentales. Algunas de ellas las compartimos con otros cristianos; otras, no. Tomadas en conjunto, estas enseñanzas forman nuestra identidad como una iglesia distinta y son el fundamento de nuestra unidad en Jesús.


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