“La prueba más convincente”

“Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Juan 11:5152).

La unidad se hace evidente a través de un mensaje común, centrado en Jesús como Salvador y en las verdades de la Escritura que se acentuarán en el tiempo del fin. Somos lo que somos por el mensaje que Dios nos ha dado y el llamado que tenemos para difundirlo al mundo.
Nos enfocaremos en la unidad de la iglesia, en su expresión en la vida diaria de los cristianos y en su misión. De acuerdo con Jesús, la iglesia no solo proclama el mensaje de salvación y reconciliación de Dios, sino también la unidad de la iglesia es una expresión primordial de esa reconciliación. En un mundo rodeado de pecado, la iglesia se erige como un testimonio visible de la obra salvadora de Cristo. Sin la unidad y la solidaridad de la iglesia, el poder salvador de la Cruz difícilmente se manifestaría en este mundo. “La unidad con Cristo establece un vínculo de unidad mutua. Esa unidad es la prueba más convincente ante el mundo de la majestad y la virtud de Cristo, y de su poder para eliminar los pecados” (CBA 5:1.122).

La siguiente cita ayuda a revelar cómo la iglesia primitiva, unida en Cristo, fue capaz de conservar la unidad a pesar de las diferencias entre ellos, y así ser un poderoso testimonio para el mundo. “Dentro de la iglesia, las Escrituras ilustran de qué manera el Espíritu Santo guio a la iglesia primitiva en su proceso de toma de decisiones. Lo hace en al menos tres formas estrechamente interconectadas: las revelaciones (por ejemplo, el Espíritu le dijo a la gente qué hacer: Cornelio, Ananías, Felipe; y quizás el echar suertes), las Escrituras (la iglesia arribó a una conclusión en la que utilizó las Escrituras) y el consenso (el Espíritu obró desde el interior de la comunidad, de forma casi imperceptible, creando un consenso a través del diálogo y el estudio; finalmente, la iglesia se dio cuenta de que el Espíritu estaba obrando dentro de ella). Parece que cuando la iglesia enfrentó conflictos culturales, doctrinales y teológicos en la comunidad de creyentes, el Espíritu Santo obró mediante el consenso en el proceso de toma de decisiones. En este proceso, vemos el papel activo de la comunidad de creyentes, no solo de sus dirigentes, y la importancia de la oración para el discernimiento. La conducción del Espíritu Santo se percibe a través de la interpretación de la Palabra de Dios por parte de la comunidad, la experiencia de la comunidad y sus necesidades, y a través de la experiencia de sus dirigentes en su servicio. Se tomaron distintas decisiones eclesiásticas mediante un proceso guiado por el Espíritu Santo en el que las Escrituras, la oración y la experiencia fueron elementos de reflexión teológica” (D. Fortin, “The Holy Spirit and the Church”, pp. 321, 322).


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