EN MEDIO DE LOS CANDELEROS

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apoc. 2:7).

El Salmo 73 describe el desconcierto del salmista al observar el jactancioso orgullo de los impíos. Vivían con abundancia y comodidad, en contraste con el sufrimiento de los justos. Esta injusticia perturbaba mucho al salmista (Sal. 73:2-16), quien, en su perplejidad, fue al Santuario (Sal. 73:1617). Allí, en presencia de Dios, recibió una comprensión más profunda del asunto.
Siglos más tarde, un anciano apóstol se encontraba preso en una isla rocosa debido a su fiel testimonio. En su angustia, recibió la noticia de que las iglesias bajo su cuidado estaban sufriendo. Sin embargo, en ese momento crítico, recibió una visión del Cristo resucitado en el Santuario celestial. Aquí, como con el salmista, el Señor le reveló a Juan algunos misterios de esta vida y las luchas que esta conlleva. Esta escena del Santuario le brindó la seguridad de la presencia y el cuidado de Cristo, una seguridad que debía transmitir a estas iglesias y a las siguientes generaciones de cristianos a lo largo de los siglos hasta el fin de la historia de este mundo.
Además de presentar el ministerio de Cristo en el Santuario celestial, esta semana veremos el primero de los siete mensajes a su iglesia, dirigidos a la siete iglesias de Asia, pero que también tiene sentido para nosotros hoy. La próxima semana analizaremos los mensajes a las otras seis iglesias.

Lee “Patmos”, en Los hechos de los apóstoles, pp. 454-461.
“La persecución sufrida por Juan se convirtió en un medio de gracia. Patmos resplandeció con la gloria del Salvador resucitado. Juan había visto a Cristo en forma humana, con las señales de los clavos que siempre serán su gloria, en las manos y en los pies. Ahora se le permitía contemplar de nuevo a su Señor resucitado, revestido con toda la gloria que un ser humano pudiese contemplar sin perder la vida” (“Comentarios de Elena G. de White”, CBA 7:967).
“La manifestación de Cristo a Juan debería ser para todos, creyentes e incrédulos, una evidencia de la resurrección de Cristo. Ha de transmitirle poder a la iglesia. Hay momentos en que las nubes se ciernen en torno al pueblo de Dios. Pareciera como que la opresión y la persecución amenazasen su existencia. Pero, es en estas circunstancias cuando se ofrecen las lecciones más instructivas. Así como en la noche más oscura las estrellas brillan más, así también los rayos más brillantes de la gloria de Dios se revelan en medio de la oscuridad más profunda. Cuanto más oscuro sea el cielo, tanto más claros y esplendentes serán los rayos del Sol de Justicia del Salvador resucitado” (CT 313).

Juan comparte con los lectores lo que vio y oyó en Patmos. Al leer Apocalipsis 1:12 al 20, ¿qué ves y qué oyes? ¿Qué palabras de consuelo puedes obtener de lo que se revela aquí?
El primer ángel de Apocalipsis 14:7 insta a los habitantes de la Tierra del tiempo del fin a “adora[r] a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Este lenguaje es tomado de Éxodo 20:11. ¿Qué nos dice el mensaje del primer ángel sobre la importancia del séptimo día en el tiempo del fin, según se revela en Apocalipsis?
Hay una extraña ironía que enfrentan muchos cristianos: cuanto más tiempo pasan en la iglesia, más fácil es que su fe pierda intensidad o que incluso desaparezca. Sin embargo, debería suceder lo contrario. Al fin y al cabo, cuanto más andamos con Jesús, más deberíamos aprender de él y de su amor por nosotros. Entonces, ¿qué podemos hacer para que la llama de la fe no solo se mantenga encendida sino también brille cada vez más, como debería ser?


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