Cultiva buenas amistades que te ayuden a edificar un sólido carácter para el reino de los cielos.
Los verdaderos amigos no se dedican a adularte, más bien, a veces se ven obligados a poner el dedo en la llaga y decirte algunas dolorosas verdades con el fin de ayudarte a mejorar. Con el tiempo, esos comentarios que resultaron incómodos en su momento llegan a ser muy valiosos, ya que motivaron cambios relevantes en tu vida
“A fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula” (Proverbios 28:23, CST).
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