“CREÓ DIOS…”

LEE PARA EL ESTUDIO: Génesis 1-3Hechos 17:28Salmo 148Salmo 24:1Génesis 4:1-9Mateo 22:37-39Apocalipsis 14:7.

PARA MEMORIZAR:
“El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra” (Prov. 14:31).

¿Alguna vez te esforzaste para crear algo –quizá una obra de arte o artesanía, o una comida– solo para que la persona a quien se lo entregaste lo rompiera o lo rechazara? Si es así, quizás hayas tenido una pequeña vislumbre de lo que Dios experimentó cuando creó este mundo y a los seres humanos, solo para ver que lo que creó fue destruido por el pecado.
La Biblia dice que el mundo fue creado con mucho cuidado y que era “bueno en gran manera”. Los relatos de la Creación en Génesis 1 y 2 evidencian lo que Dios opinaba de su creación. Este es el contexto en el que debemos leer la historia de la caída en Génesis 3 y el desconsuelo de Dios al confrontar a las personas que había creado.
Sorprendentemente, nuestro mundo sigue siendo algo que Dios ama, pese a los milenios de pecado, violencia, injusticia y rebelión absoluta. Lo más notable es que, cuando Dios puso en marcha su plan para redimir y recrear el mundo, nos dio roles para desempeñar en el cumplimiento de sus planes más amplios. Sí, somos los destinatarios de su gracia; pero, como consecuencia de la gracia que hemos recibido, se nos ha dado una obra que hacer como colaboradores de nuestro Señor. ¡Qué responsabilidad más solemne y sagrada!

“ ‘Dios es amor’. Su naturaleza, su ley, es amor. Lo ha sido siempre, y lo será para siempre. ‘El Alto y Sublime, el que habita la eternidad’, cuyos ‘caminos son eternos’, no cambia. En él ‘no hay mudanza, ni sombra de variación’. […]
“Cada manifestación del poder creador es una expresión del amor infinito. La soberanía de Dios involucra plenitud de bendiciones para todos los seres creados” (PP 33).
“Si los hombres cumplieran con su deber como mayordomos fieles de los bienes del Señor, no habría el clamor por pan, ni el sufrimiento por la miseria, ni la desnudez y la necesidad. La infidelidad de los hombres trae el estado de sufrimiento en el que la humanidad está hundida. […] Dios ha hecho a los hombres sus mayordomos, y a él no se le puede culpar del sufrimiento, la miseria, la desnudez y la necesidad de la humanidad. El Señor ha hecho amplia provisión para todos” (MB 18).


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