Crecimiento en Cristo.

Por su muerte en la cruz Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal. El subyugó los espíritus de demonios durante Su ministerio terrestre y quebró su poder y tornó cierto su destino final. La victoria de Jesús nos da victoria sobre las fuerzas del mal que continúan procurando controlarnos, mientras caminamos con El en paz, alegría, y con la certeza de Su amor. Ahora el Espíritu Santo vive con nosotros y nos da poder. Continuamente comprometidos con Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos libres del fardo de nuestros hechos pasados. No más viviremos en la oscuridad, con miedo de los poderes del mal, ignorancia, y la falta de sentido de nuestro antiguo modo de vida. En esa nueva libertad en Jesús, somos llamados a creces en semejanza a Su carácter, comulgando con El diariamente en oración, alimentándonos de Su Palabra, meditando en eso y en Su providencia, cantando sus alabanzas, reuniéndonos juntos en adoración, y participando en la misión de la Iglesia. A medida que nos entreguemos al servicio de amor a aquellos a nuestro alrededor y al testimonio de Su salvación, Su constante presencia con nosotros a través del Espíritu transforma cada momento y toda tarea en una experiencia espiritual

(Salmos 1:1, 2; 23:4; 77:11, 12; Colosenses 1:13, 14; 2:6, 14, 15; San Lucas 10:17-20; Efesios 5:19, 20; 6:12-18; I Tesalonicenses 5:23; II San Pedro 2:9; 3:18; II Corintios 3:17, 18; Filipenses. 3:7-14; I Tesalonicenses 5:16-18; San Mateo 20:25-28; San Juan 20:21; Gálatas 5:22-25; Romanos 8:38, 39; I San Juan 4:4; Hebreos 10:25).


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