A nadie le gustaría llamarse “el tonto que sonríe amargamente”, o “el necio”, pero así se llamaba Evil-merodac, quien reinó en Babilonia después de su padre Nabucodonosor. Este joven de 19 años no tuvo un buen gobierno, ya los dos años fue relevado y asesinado por su cuñado Neriglisar.

Evil-merodac manifestó simpatía por un rey judío preso en Babilonia. “En el año treinta y siete del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veinticinco días del mes, Evil-merodac rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, alzó la cabeza de Joaquín rey de Judá y lo sacó de la cárcel. Y habló con él amigablemente, e hizo poner su trono sobre los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. Le hizo mudar también los vestidos de prisionero, y comía pan en la mesa del rey siempre todos los días de su vida. Y continuamente se le daba una ración de parte del rey de Babilonia, cada día durante todos los días de su vida, hasta el día de su muerte” (Jer. 52:31-34).

Joaquín tenía dieciocho años tomó el poder en Judá, y a los tres meses, Nabucodonosor lo deportó a Babilonia (2 Rey. 24:8). Tan pronto como tuvo autoridad, Evil-merodac lo liberó y lo trató con gran consideración.

Puede que “el tonto que sonríe amargamente” no haya logrado nada relevante para Babilonia, pero la Biblia registra esta buena acción en favor del rey judío. Joaquín había ofendido a Dios mediante un gobierno impío, y fue destituido. Nabucodonosor lo castigó, pero Evil-merodac procuró su bien.

Debe haber sido muy vergonzoso para Evil-merodac pronunciar su nombre, y muchos deben haberse reído de él. La acción de este joven rey en favor de otro joven rey fracasado demuestra que esos que los burlones llaman “tontos” son capaces de realizar buenas acciones.

Si conoces a alguien a quien la gente considera inferior, hazlo sentir valioso, porque Dios envió a su Hijo a morir aun por las personas que son el hazmerreír de los demás.