¡BENDITO SEA EL SEÑOR, DIOS DE ISRAEL! Salmos 41

 

Dichoso el que piensa en el débil y pobre;
el Señor lo librará en tiempos malos.
 El Señor lo protegerá,
le dará vida y felicidad en la tierra,
y no lo abandonará al capricho de sus enemigos.
 El Señor le dará fuerzas en el lecho del dolor;
¡convertirá su enfermedad en salud!

Yo he dicho:
«Señor, tenme compasión;
cúrame, aunque he pecado contra ti.»
 Mis enemigos me desean lo peor:
«¿Cuándo morirá y se perderá su recuerdo?»
 Vienen a verme, y no son sinceros;
guardan en su memoria todo lo malo,
y al salir a la calle lo dan a saber.
Los que me odian se juntan y hablan de mí;
piensan que estoy sufriendo por mi culpa,
 y dicen:
«Su enfermedad es cosa del demonio;
ha caído en cama y no volverá a levantarse.»
 Aun mi mejor amigo, en quien yo confiaba,
el que comía conmigo, se ha vuelto contra mí.
 Pero tú, Señor, tenme compasión;
haz que me levante y les dé su merecido.
 En esto conoceré que te he agradado:
en que mi enemigo no cante victoria sobre mí.
 En cuanto a mí, que he vivido una vida sin tacha,
tómame en tus manos,
manténme siempre en tu presencia.

1 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
ahora y siempre!
¡Amén!


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