ADORACIÓN AL SEÑOR | (Esd. 3:11).

“Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel” (Esd. 3:11).

El versículo para memorizar de esta semana nos da una idea de las prácticas de adoración de los hebreos y cómo su gratitud hacia Dios se había desbordado en alabanza a él. En 515 a.C., celebraron la dedicación del nuevo Templo (Esd. 6:15–18) y luego, unos sesenta años después, el pueblo celebró la dedicación del muro completo de Jerusalén (Neh. 6:15–7:3; 12:27 en adelante).

Luego de enumerar las genealogías en Nehemías 11 y 12, el autor hace la transición al momento de la celebración por la dedicación del muro de la ciudad. La nación acostumbraba a dedicar cosas a Dios: el Templo, un muro de la ciudad o incluso casas y edificios públicos. Esa dedicación era preparada con esmero, y era acompañada con cantos, música, banquetes, sacrificios, regocijo, alegría y la purificación del pueblo. David estableció la práctica de los sacrificios durante una dedicación, y luego los dirigentes de Israel siguieron su ejemplo, comenzando con Salomón cuando llevó el arca al Templo (1 Rey. 8:5).


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