Salmos 86

Inclina, oh Señor, tu oído y respóndeme,
porque estoy afligido y necesitado.

Guarda mi alma pues soy piadoso;
tú eres mi Dios; salva a tu siervo que en ti confía.

Ten piedad de mí, oh Señor,
porque a ti clamo todo el día.
 Alegra el alma de tu siervo,
porque a ti, oh Señor, elevo mi alma.

Pues tú, Señor, eres bueno y perdonador,
abundante en misericordia para con todos los que te invocan.

Escucha, oh Señor, mi oración,
y atiende a la voz de mis súplicas.

En el día de la angustia te invocaré,
porque tú me responderás.

No hay nadie como tú entre los dioses, oh Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todas las naciones que tú has hecho vendrán y adorarán delante de ti, Señor,
y glorificarán tu nombre.

Porque tú eres grande y haces maravillas;
sólo tú eres Dios.