Amor es más que halagos

Esta mañana te invito a orar para que Dios te ayude a tomar las mejores decisiones en tu vida sentimental, con el fin de que la puedas organizar de manera responsable.

José había llegado a Egipto en una situación trágica. Después de ser vendido por sus hermanos y viajar como esclavo en una caravana de ismaelitas, había llegado a su nuevo hogar: la casa de Potifar. Durante semanas solo había escuchado insultos, maltratos y gritos. Poco a poco había empezado a acostumbrarse a vivir como un cautivo al que no le queda otra que soportar un aluvión de agravios todos los días. Pero, de pronto, escuchó un día una seductora voz femenina:

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-Vaya, parece que eres nuevo aquí, ¿no es así?

-Sí, señora -respondió José inclinando su cabeza.

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-Bueno, todo parece indicar que Potifar ha aprendido a escoger mejor a sus esclavos, ¿no crees?

-Trato de hacer lo mejor que puedo, señora -dijo mirando al suelo.

-¡No lo digo por eso! ¡Lo que pasa es que eres muy guapo!

Todos los días, la fascinadora voz de la mujer de Potifar susurraba al oído de José destacando su noble gallardía, su organizado trabajo, su gran inteligencia, sus pronunciados músculos. Para José solo había halagos, sonrisas y miradas tentadoras. Mientras tanto, el joven hebreo trataba de ser prudente con la esposa de su patrón. Hasta que un buen día, su patrona pasó de las palabras a los hechos y trató de seducirlo. El chico se negó a seguirle el juego argumentando su fidelidad a Dios. Ella lo acusó de haber tratado de agredirla y José pasó dos años en una cárcel egipcia, sin saber que le esperaba un futuro sumamente prometedor.

En el mundo del amor hay mucha falsedad. Ten cuidado. Cuando una persona te lanza miradas seductoras, sobredimensiona tus cualidades y te trata como un ser superdotado, posiblemente estés frente a alguien que te meterá en problemas. Mejor sigue el ejemplo de José, que no se dejó seducir por los halagos del sexo opuesto y Dios recompensó su decisión.


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